Expresarse para existir

Una pregunta que siempre me ha rondado la cabeza es ¿por qué necesitamos expresarnos? Más allá de la mera comunicación por la cual los seres humanos nos intercambiamos información útil, parecemos tener una necesidad de expresar, de sacar algo fuera que no siempre tiene una función utilitaria evidente, que parecemos hacer «porque sí». La expresión artística es un buen ejemplo de esto. ¿Para qué necesitamos expresarnos artísticamente? Es más, ¿para qué necesitamos expresarnos en general? Necesitamos explicar nuestra vida, tener gente con quien hablar, contar nuestros relatos y nuestras propias narraciones ante alguien que las escuche. ¿Para qué?

La etimología de la palabra expresar habla de algo que sale hacia afuera mediante presión:

La palabra expresar viene del latín expressus (expresado, claro, manifiesto, hecho salir por presión), participio de exprimere, formada ex- (hacia fuera) y pressus, participio de premere (presionar). La idea es de «presionar» o esforzarse para sacar afuera algo y manifestarlo. (Anders, 2015)

El origen de la palabra es el mismo que el de la palabra “exprimir”. En francés, de hecho, tanto expresar como exprimir se dicen exprimer. Así que, etimológicamente, cuando nos expresamos nos exprimimos: aplicamos una presión para extraer algo de dentro, como el jugo de una naranja. La expresión implica una presión y un movimiento de dentro hacia afuera.

La necesidad que tenemos de expresarnos cobra una dimensión existencial en un pasaje de la novela del escritor francés Michel Tournier Viernes o los limbos del Pacífico, que el terapeuta gestalt Jean-Marie Robine cita a menudo cuando habla de la expresión:

Existir, ¿qué quiere decir eso? Quiere decir estar fuera, sistere ex. Lo que está fuera existe. Lo que está dentro no existe […]. Lo que no ex-iste in-siste. Insiste para existir. Todo este pequeño mundo empuja la puerta del grande, del mundo verdadero. Y es el otro quien tiene la llave.

“Lo que está fuera existe. Lo que está dentro no existe.”

Es decir, existir es estar fuera, en el exterior. Lo que se queda en el interior no existe. Las emociones que no sacamos, las cosas que no contamos, lo que tenemos dentro que no sacamos fuera, es como si no existiera.

Sin embargo, eso que está dentro, sin existir, “insiste para existir”. Hay una insistencia de lo de dentro para poder salir fuera. Las cosas que nos «guardamos dentro» nos presionan, insisten porque necesitan salir fuera para existir. Lo no dicho necesita ser dicho, y si no es dicho con la palabra lo acabará siendo de otra forma, con el cuerpo, creandonos síntomas, interfiriendo en nuestras relaciones. Insistirá para existir.

Podemos resumir así la presión del expresar: nos expresamos para poder existir porque lo que está dentro no existe; existe solo lo que sale fuera.

Esta reflexión da respuesta en gran medida a mi pregunta de antes: ¿por qué necesitamos expresarnos? Nos expresamos para existir. Solamente esto, sin entrar en más detalles, ya me sirve de ayuda para entendernos a las personas, tanto los artistas, escritores, músicos y actores, «expresadores profesionales», o a todas las personas que de una u otra forma necesitan expresar. Es decir, todas las personas.

Hay una dignidad en la expresión que está relacionada con la dignidad de existir. No poder expresarse implica una negación de la propia existencia, un dejar de existir. Cuando trabajo para ayudar a alguien a poder expresarse procuro no olvidar que, tras la cuestión “operativa” relativa a ser capaz de hablar en público, cantar o tocar mejor un instrumento, subyace una cuestión existencial: hablo luego existo; canto luego existo; toco un instrumento, luego existo.

Creo que es muy importante que todas las personas que ayudan a otros a expresarse (los profesores de música, o de técnica actoral, los profesores de literatura de los colegios e institutos, etc.) tengan en cuenta esto: cuando tratas con la forma de expresarse de una persona tratas con su existencia misma. Una consecuencia de esto es que si avergüenzas a alguien por su forma de expresarse, la avergüenzas en una parte muy profunda de su ser. Si criticas cómo me expreso, en gran medida criticas quien soy. Es tremendamente importante que los profesores de disciplinas expresivas tengan esto en cuenta, porque el rol que ocupan les coloca en una posición desde la cual pueden humillar al alumno con mucha facilidad y quizá sin darse cuenta.

Otro tema que dejo para otro día, y que es clave más para entender y trabajar con todo esto, es la última frase de la cita de Tournier, que abre una importante perspectiva: “Es el otro quien tiene la llave.” No solo me expreso y existo. Expreso y existo para un otro. Aunque muchas veces parezca que nos expresamos «porque sí», sin un destinatario claro, es importante el punto de vista de que siempre nos expresamos para un otro, esté físicamente presente o esté solo en mi imaginación, sea alguien concreto o sea alguien anónimo. Cuando nos expresamos, cuando hacemos música, cuando hablamos en público, cuando contamos un cuento, ¿para quién nos estamos expresando?

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